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Historias y Testimonios de Vida

Norberto Palermo
Nació el 3 de julio de 1954 en el sur de Boedo,
Rondeau 3536 cerca del límite con Parque Patricios


Era socio e hincha de Huracán. Cursó los estudios primarios en la Escuela Nº 23 del Distrito Escolar 6º, Boedo al 1900 y la secundaria en el Colegio Nacional de Comercio Nº 5 José de San Martín, en Entre Ríos e Independencia. Al finalizar los estudios secundarios, comenzó a trabajar como cadete en una empresa del grupo Bunge y Born y se anotó en la carrera de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Estaba de novio con Miriam Fiszbein.
A los 20 años lo convocaron a cumplir el servicio militar obligatorio en la Escuela de Caballería de Campo de Mayo. Cuando le faltaba poco para obtener la baja, el 14 de octubre de 1975 desapareció. Una noche, los militares le dieron franco cerca de las 23 horas y nunca llegó a su casa. Nunca sus familiares supieron nada más de él. Según consta en el Legajo de la CONADEP Nº 1142 fue llevado al centro de detención clandestino llamado El Campito, en la Guarnición militar Campo de Mayo.Ya pasaron más de 35 años y Norberto continúa desaparecido.


EXTRACTO DE LA VIDA DE NORBERTO ESCRITO POR SU HERMANA SILVIA

Esta que les voy a contar es la historia de un chico de barrio,
de Norberto, mi hermano, “Beto” como yo le decía.
Es un relato corto, TAN CORTO COMO FUE SU VIDA

Norberto nació en un barrio de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires, justo donde Boedo termina y comienza Parque Patricios. Allí vivió siempre, hasta que un día se lo llevaron. No puedo saber de dónde, ni a qué hora, ni quiénes, ni por qué. Como tantos otros, un día no estuvo más. Esa condición no tenía nombre, no estaba muerto, ni en ningún lado, con el tiempo se dijo que estaba desaparecido. Con el tiempo supe que eran miles los que habían pasado por el mismo horror. Con el tiempo comprendí que nunca más iba a volver a verlo.(…)
Aunque les voy a contar una historia triste, tiene un comienzo muy hermoso. Al nacer, Norberto recibió el cariño de toda nuestra familia. Su llegada fue aguardada con enorme alegría. Nuestros padres, nuestros abuelos y hasta algunos bisabuelos lo esperaban.(…)
Nuestra mamá, Lydia, era ama de casa, y papá tenía dos empleos, trabajaba en un banco y, además, los fines de semana era referí de fútbol (…).
Nuestra casa era inmensa, con dos patios, tenía un fondo enorme. En el fondo había árboles muy altos, limoneros, naranjos, plantas con flores, varios gatos y tres gallineros repletos de gallinas y pollitos. En aquella casa, además de nuestros padres, vivían nuestros abuelos maternos y los abuelos de mi mamá, es decir, nuestros bisabuelos.(…)
Cuando Norberto aún no había cumplido tres años, mamá quedó embarazada. En pocos meses nacería yo, su hermana, Silvia. (…)
Por aquellos años, las escuelas no eran mixtas. Había escuelas de varones y otras, de mujeres. Por eso, Norberto y yo no compartimos las aulas. Él iba a la Escuela “República de Entre Ríos”, la Escuela Nº 23 del Distrito Escolar 6º, en la calle Boedo 1935. (…)


Desde pequeños, mi hermano y yo fuimos socios del Club Huracán. Chiquín, nuestro abuelo, era un hincha fanático. Norberto no se perdía un solo partido. Iba a la cancha con papá o lo escuchaba por la radio. Cuando Huracán ganaba, el abuelo, esa noche de domingo, nos compraba masitas para festejar. Alrededor del año 1965, se inauguró la pileta en la sede de Huracán. Con Beto pasábamos todas las tardes del verano en el natatorio. (…)
Cuando Norberto cumplió 12 años empezó la escuela secundaria, iba a la Escuela Nacional de Comercio Nº 5, en Entre Ríos e Independencia. Beto no se había destacado como alumno muy estudioso en la escuela primaria. Sin embargo, al ingresar a 1er. Año tuvo las mejores notas de todas las divisiones y lo pusieron en el Cuadro de Honor. (…)
Huracán que, por aquel entonces, era un prestigioso equipo de Primera División, en 1973 salió campeón del Torneo Metropolitano. Papá y Norberto viajaron a Rosario para ver el partido entre Rosario Central y Huracán. Qué triunfo! Huracán ganó 5 a 0. Cuando terminó el campeonato, la calle Caseros era una fiesta. Durante una semana, hubo marchas, festejos, con banderas y cánticos. (…)
Cuando cursaba 4º año, Norberto comenzó a militar en el Frente de Lucha de los Secundarios, una agrupación de izquierda en la que participaban alumnos de numerosas escuelas secundarias de la Ciudad de Buenos Aires.

Luchaban por un país mejor,
con justicia social, sin
excluidos, con salud,
educación y trabajo para todos.

Eran los años de la dictadura de Onganía- Levingston- Lanusse. Mi hermano y yo nos llevábamos cada vez mejor. Éramos dos adolescentes rebeldes de los años 70, escuchábamos a Los Beatles, a Daniel Viglietti, a Joan Manuel Serrat, la Cantata de Santa María de Iquique de Quilapayún. Al mismo tiempo leíamos los libros del Che Guevara. Soñábamos con la revolución socialista, admirábamos a Salvador Allende y durante días y días marchamos por las calles de Buenos Aires para demostrar nuestra solidaridad con el pueblo chileno cuando el 11 de setiembre de 1973 fue el golpe de estado de Augusto Pinochet. Al terminar la secundaria, con 17 años recién cumplidos, Norberto se anotó en la carrera de Psicología, en la vieja Facultad de Filosofía y Letras de la calle Independencia. Pero no se dedicó demasiado a estudiar, comenzó a trabajar en la empresa Bunge y Born como cadete. A los 20 años le tocó entrar al servicio militar. Lo destinaron a la Escuela de Caballería de Campo de Mayo, ingresó en el mes de febrero de 1975. Los dos primeros meses de instrucción fueron durísimos, no salió ni una sola vez del cuartel. Con papá y mamá fuimos varios fines de semana a visitarlo. Norberto siempre fue un chico bueno, tímido, callado. Era muy lindo, de piel muy blanca, delgado y alto. En el cuartel le encomendaron realizar tareas de oficina, además de estar a las órdenes de un teniente, al que le debía limpiar las botas, cuidar el caballo y obedecer en todo. Después de unos meses de estar haciendo el servicio militar comenzó a salir algunos fines de semana de franco. Me contaba que los militares los trataban muy mal. Durante las noches, en pleno invierno, hacían levantar a todos los soldados conscriptos y sin darles tiempo para vestirse los obligaban a hacer instrucción. Tenían que tirarse en el barro cuerpo a tierra, medio desnudos en un lugar descampado e inhóspito. (…)
Cuando llegó el mes de octubre, ya le faltaba muy poco para terminar el servicio militar, por eso Beto salía de franco todos los fines de semana. Siempre los pasaba en casa, en Parque Patricios, ya que seguíamos viviendo donde habíamos nacido.

El domingo 12 de octubre de 1975
fue el último día que
estuvimos todos juntos.

Como durante esa semana, el miércoles 15, era el cumpleaños de mamá, Norberto había pedido un permiso especial en el cuartel para venir ese día a casa. La noche anterior, el martes 14 de octubre, pasadas las 23 horas, las autoridades del cuartel le dijeron que podía irse. Como era tan tarde, Beto pidió quedarse hasta la mañana siguiente, pero según contaron unos soldados que estaban de guardia esa noche, lo obligaron a salir con el pretexto de que el franco ya estaba firmado y que por eso no podía permanecer en el cuartel. Nunca más supimos nada de Norberto. No llegó al cumpleaños de mamá. Jamás pudimos averiguar si realmente salió de Campo de Mayo Nadie lo vio tomar el colectivo. Beto desapareció cuando apenas tenía 21 años, el 14 de octubre de 1975. Mi mamá se enfermó gravemente en pocos meses y se suicidó ocho años después. Mi padre y yo buscamos a Beto en vano por comisarías, hospitales, pusimos avisos en los diarios, fuimos muchas veces al cuartel. Siempre recibimos la misma respuesta, que de ahí se había ido, que seguramente estaría con alguna novia y que ellos, los militares, iban a colaborar en la búsqueda. Por supuesto que esto no sucedió, nos querían sacar de encima y nos trataban como si fuéramos tontos. Durante muchos meses acudimos con mi padre a juzgados, comisarías, cementerios. Tuvimos encuentros con militares que eran conocidos de papá por su trabajo en el banco; sin embargo no logramos ninguna respuesta.

Durante mucho tiempo lo esperé,
lo busqué,
creía verlo por la calle.

Me imaginaba que un día iba a volver, que estaba en algún lado, que quizás estaba detenido y lo iban a dejar libre. Con el paso de los meses, todo empeoró, poco más de cuatro meses después fue el Golpe Militar del 24 de marzo de 1976. A partir de ese momento, todo se tornó demasiado peligroso. (…)
Ya pasaron más de 31 años, hace mucho tiempo comprendí que Norberto está muerto, que nunca más lo voy a volver a ver. No se qué hicieron con su cuerpo, por eso, mi hermano es un desaparecido, uno más entre los 30.000 que de manera tan feroz nos arrancó la dictadura militar.

Fuente: www:norbertopalermomihermano.blogspot.com


Bruno Palermo,
un padre de la plaza



El 24 de marzo de 2010 fueron reconocidos por su lucha contra la impunidad cuatro padres de víctimas del terrorismo de Estado. Los padres y familiares que recibieron el premio Azucena Villaflor fueron: Julio Morresi, Marcos Weinstein y familiares de
Emilio Mignone, fundador del CELS, fallecido en 1998. También Bruno Palermo, padre de Norberto.
A continuación, algunas de sus palabras recogidas por el diario Clarín: Norberto, primer hijo, primer nieto y primer bisnieto, tenía 21 años cuando desapareció, a mediados de octubre de 1975. “Era conscripto en Campo de Mayo. Lo vimos por última vez el 12 porque se iba al cuartel a pedir un franco, para estar en el cumpleaños de la madre, el 15 de octubre. El 17 llaman del cuartel para decir que no había vuelto del franco. Ese lunes empezó nuestro  peregrinaje.” Ninguna consulta daba resultado hasta que Miriam,
la novia de Norberto, leyó en La Opinión el hallazgo de un cadáver en las inmediaciones del cuartel. “Corrimos para la comisaría de la zona y de ahí al cementerio de San Miguel.” Lo reconoció en la morgue a pesar de las heridas y quemaduras. A partir de ese momento, con diferentes excusas le negaron el cadáver. Y nunca lo recuperó. Lydia, su esposa, sufrió una fuerte depresión, se enfermó y terminó suicidándose: “Debía tener una pena muy grande en el alma porque no aguantó. A mí me salvaron el fútbol y el trabajo”.
El gerente del banco donde trabajaba también tenía un hijo desaparecido así que se turnaban para hacer trámites y averiguaciones. Según testimonios, Norberto fue obligado a dejar el cuartel el 14 cerca de la medianoche, a pesar de que pidió pernoctar ahí. Hay testimonios que dicen que lo fusilaron en la Plaza de Armas por traición a la patria.

Fuente: Clarín, ed. imp.
domingo 15 de julio de 2008